Oulouy se ha consolidado como una de las figuras clave en la escena contemporánea de la danza urbana, y no solo baila: crea, conecta y comparte. Nacido en Costa de Marfil y residente en Barcelona, su trayectoria traspasa fronteras. Baila, coreografía, enseña y dirige espacios culturales y educativos como OYOFE Studio, el Festival OYOFE y OYOFE Youth, desde los que impulsa la formación y visibilidad de las danzas urbanas africanas.
Su misión es ofrecer espacios donde la cultura afro se viva, se respete y se comparta. Como representante de la diáspora en España y Europa, transmite mensajes reivindicativos a través de sus obras, esenciales para la valorización de la cultura afrodescendiente.
Ha llevado a grandes escenarios piezas tan contundentes como Black, creada tras el asesinato de George Floyd, o KONG, una denuncia al colonialismo y la violencia estructural, su danza se convierte en lenguaje político y emocional. Además de su presencia en escenarios de referencia, la nominación como Mejor Bailarín del Año en los Premios de la Crítica de Cataluña son prueba de un recorrido artístico que no deja de evolucionar.
- A lo largo de tu carrera, has trabajado con múltiples estilos de danza como Hip Hop, House Dance, y especialmente el Afrodance concretamente el Coupé Décalé y Ndombolo, partiendo de tus raíces africanas y tu formación en Europa y América del Sur. ¿Cómo definirías hoy tu estilo personal?
He nacido en Costa de Marfil, desde pequeño bailo y empecé con varios estilos que tenía cerca que son Coupé Décalé y Ndombolo, y luego al llegar a Europa empecé a entrenar hip hop, popping, krumping y house dance, este último es de los que más me sorprendió por la similitud que tiene con las danzas africanas. Si tuviera que definir mi estilo de baile, está muy basado en el feeling y es un estilo muy personal. Expreso lo que siento en el momento presente, con honestidad pura y lo que siento en el momento es lo que sale.
- La improvisación es una parte fundamental de tu estilo. ¿Cómo es tu proceso creativo a la hora de prepararte para una batalla de baile?
El proceso creativo durante la improvisación se basa en muchos días de entrenamiento. A veces estás tú solo, otras veces con amigos, practicando todo lo que has aprendido con distintas bases y estilos de baile.
La idea de la improvisación en el baile es ponerte a prueba: poner música que no conoces y ver cómo puedes adaptar todas esas bases o foundations y aplicarlas. Se trata de mezclar estilos y fluir. Es un trabajo constante, del día a día, y también algo muy personal.
A la hora del freestyle, te pueden dar todas las bases del mundo, pero si no te miras a ti mismo en el espejo y trabajas, no llegas a ningún lado. Tener bases no es suficiente: tienes que conocerte a ti, a tu cuerpo, y entender cómo integrar esos elementos y pasos a tu forma de ser y de bailar.
Porque la idea del freestyle es preguntarte quién eres, no solo hacer pasos. Tu baile te define, y por eso, cuando te ven bailar, dicen: “Oh, este es Nico”.
La idea es encontrarse a uno mismo dentro del baile, y cuando eso ocurre, todo lo que has aprendido fluye de forma natural.
- ¿Y cómo cambia ese proceso cuando coreografías una pieza escénica o para enseñar a tus alumnos?
El proceso creativo de la coreografía es muy diferente al del freestyle. Como he dicho, en el freestyle tienes que actuar directamente en el momento presente. En cambio, la coreografía es algo mucho más pensado, donde me imagino qué movimiento encaja con cada parte de la música.
La gran diferencia es que, en la coreografía, tengo tiempo para pensar cómo se relaciona cada parte de la música con la fluidez del movimiento. Es algo muy interesante, pero sin duda es otro tipo de trabajo, que te permite parar, reflexionar y modificar pasos con el objetivo de embellecer la música o tu estilo de baile.
Son dos procesos bastante distintos, la verdad. Hay personas que son increíbles haciendo coreografías, pero que en el freestyle lo tienen más difícil. El freestyle se basa en el momento real: tienes que abrirte y aceptar el error. En cambio, la coreografía puede llegar a ser perfecta, porque has trabajado en ella durante tres, cuatro o cinco días, y has tenido tiempo de pulir cada paso en detalle.
En el freestyle tienes que aceptar la imperfección, pero aun así puedes impresionar a la gente.
- OYOFE es un festival internacional dedicado a las danzas urbanas que se celebra en Barcelona y del cual eres fundador, junto con proyectos como OYOFE STUDIO. ¿Qué representa para ti haber creado estos espacios dedicados a la danza afrodescendiente?
Haber creado todos estos espacios dedicados a la danza afrodescendiente me ha aportado muchísimo. Desde pequeño me ha gustado bailar y siempre supe que quería seguir haciéndolo. Pero, por la influencia de mi familia o por presión social, estudié la carrera de informática.
De hecho, llegué a Barcelona porque empecé a trabajar en una empresa de marketing móvil. Sin embargo, después de tres años allí, me di cuenta de que me faltaba algo. Fue entonces cuando entendí que lo que realmente quería era bailar, porque cada vez que salía del trabajo, iba corriendo al MACBA a hacerlo.
Así que decidí apostar por la danza. Me lancé a practicar, la convertí en mi trabajo y, a raíz de mucho esfuerzo, me fueron llegando muchas oportunidades. Para mí, crear estos espacios también es una forma de dar, de servir, de ofrecer cultura.
Apoyar la cultura no es solo organizar cosas; también es asistir a un workshop de alguien que viene desde África, o participar en un evento. Crear una plataforma cultural también es crear comunidad, y esa es la esencia del baile: estar en comunidad.
Bailar tú solo, claro que se puede, pero no tiene el mismo sentido. Cuando estás rodeado de personas a las que les apasiona lo mismo que a ti, se puede crear algo mágico.
- Uno de tus proyectos más recientes es OYOFE Youth. ¿En qué se diferencia de la propuesta del festival OYOFE y de los otros proyectos que has impulsado hasta ahora?
“Oyofe” es una palabra en el idioma de mi madre que significa gustoso, rico o sabroso. El año pasado, durante el Oyofe Festival, notamos que se inscribieron muchos jóvenes de
entre 8 y 14 años, pero muchos de ellos sentían cierto respeto al compartir la sala de baile con personas mucho mayores. A eso se suma el creciente interés que tienen los más pequeños por el baile, especialmente por la influencia de las redes sociales como TikTok, donde las nuevas tendencias se difunden rápidamente.
Por eso nació la idea de Oyofe Youth, un evento pensado específicamente para ellos, para ofrecerles un espacio propio donde puedan disfrutar y conectar con la cultura de forma más cercana y accesible. Es una propuesta diferente al festival Oyofe, porque está centrada en los más jóvenes, en crear comunidad y fomentar el talento desde edades tempranas sin que se sientan fuera de lugar.
La primera edición se celebró el 17 y 18 de mayo en el espacio Play Barcelona, en el Fórum. Fue una prueba, una primera toma de contacto. Veremos qué tal funciona, pero tengo confianza en que hay un público joven interesado. Como todo, necesitará tiempo para crecer, igual que pasó con el festival Oyofe.
- El Festival OYOFE es mucho más que danza: incluye competiciones coreográficas, batallas, shows nocturnos, fiestas, juegos, teatro, playa, pintura… y, sobre todo, una gran oferta de clases de diferentes estilos de danza afro con profesoras y profesores de todo el mundo. ¿Cómo eliges a los artistas y qué criterios son clave para ti a la hora de seleccionarlos?
El Oyofe Festival, que se celebra dos veces al año —en julio y en diciembre—, nace con un propósito muy claro: devolver la cultura africana a sus orígenes y al mismo tiempo compartirla con el mundo. Cuando hablo de cultura africana, me refiero tanto a la que nace en el propio continente —en lugares como Costa de Marfil, Ghana o Nigeria— como a la de la diáspora, de la cual yo mismo formo parte.
Mi objetivo con este festival es dar visibilidad y apoyo a quienes realmente están en la base de la creación: los artistas africanos que viven en el continente y que mantienen viva la cultura, creando pasos, movimientos y lenguajes coreográficos nuevos. Por eso, hacemos un esfuerzo importante por traer al festival a la mayor cantidad posible de artistas directamente desde África, para darles la oportunidad de enseñar y presentarse fuera de su contexto habitual.
También incluimos a profesores y bailarines de la diáspora —muchos de ellos nacidos en África y actualmente establecidos en Europa—, porque su aporte es igualmente valioso.
- La danza es un medio poderoso para expresar lo que no se puede decir con palabras. ¿Cómo crees que el baile puede ser una herramienta para construir puentes entre culturas y crear nuevos diálogos sobre la diversidad en nuestra sociedad actual?
El baile tiene algo… una frase que la gente dice mucho es que el baile es un lenguaje universal. Cuando llegas a un sitio que no hablas el idioma y tienes que dar una clase todo el mundo te sigue, porque al final el movimiento es algo visual y que todo el mundo entiende. El baile transmite feeling y eso conecta a la gente. El baile es una manera de, sin hablar, poder expresar sentimientos y seguramente llegue a más gente y pueda empatizar más. El baile para mí es algo muy importante y que es un actor de comunicación brutal que permite romper barreras y que permite acercarse más a la humanidad.
Con mis piezas la idea es poner en valor estos estilos de baile, son estilos que tienen mucho que decir, que nacen en un contexto sociocultural, ya sea de violencia, después de una guerra, o en un momento de felicidad. De ahí nace un estilo que tiene mucha fuerza para contar historias y de un paso se puede hacer algo muy grande, de hecho la pieza “Kong” se basa en un paso que se llama Pongo, que es un paso de Cosa Marfil, este paso imita al gorila.
En Europa, a menudo se asocia al gorila como algo malo o negativo. Siempre me ha parecido que a los negros se les asocia con los monos. Y yo me pregunto, ¿qué pasa con los monos? No entiendo qué tiene de malo ser como ellos. De hecho, compartimos casi el 99% de nuestro ADN con los monos y son muy inteligentes. Los gorilas silverback, por ejemplo, que son los gorilas del Congo, son enormes, fuertes y poderosos.
Siempre me ha parecido muy interesante que, en Costa de Marfil, la gente baile y no les importe “hacer el mono”. Sin embargo, aquí se asocia como algo malo y salvaje, cuando el león también es salvaje, el oso polar es salvaje… en realidad, muchas cosas lo son.
A partir de esta imagen y a través del baile, decidí crear esta pieza. Mi objetivo fue apropiarme de la imagen del gorila para poder contar historias y transmitir mensajes reivindicativos a través de la danza.
También he hecho una pieza que se llama “African Party”, que no es algo tan reivindicativo, más bien es una celebración de África. Somos cuatro bailarines, dos de Nigeria y otro de Costa Marfil, como yo. Esta pieza tiene un carácter más positivo. Aun así, la pieza Kong
todavía no está acabada, sigo trabajando en ella. Tenemos la primera fecha fuera de España en diciembre y tengo muchas ganas de poder seguir trabajando en ella para contar cosas cotidianas, cosas que ven en la televisión o cosas que vives como persona, algo que te pasa o que pasa a otra persona y que te inspira a crear.
- ¿Cómo crees que está evolucionando hoy el mundo de la danza urbana ahora que los estilos de la actualidad africana empiezan a ser reconocidos mundialmente en los últimos años?
La música afro fusión empuja mucho el baile, porque sin música no hay baile. Las danzas africanas han hecho un boom, porque la música es un boom. Gracias al afrobeat, aunque prefiero llamarla afro fusión, porque así no se confunde con el afrobeat de Fela Kuti, que aunque son los orígenes me gusta como separarlos para que sea más claro. Esta música ha pegado muy fuerte desde Nigeria, desde Ghana y ahora también desde Sudáfrica con el Amapiano.
Así que se está haciendo un shift, los americanos están empezando a inspirarse de los africanos. Anteriormente África estaba mirando hacia Estados Unidos, y ahora Estados Unidos está mirando hacia África. Es increíble ver cómo africano, como esta música está inspirando a mucha gente, y que consigue transmitir alegría desde la música y el baile. Estoy muy contento de que esta música sea reconocida, y que sigan surgiendo muy buenos artistas, y que también empuje al baile al máximo que pueda.
- ¿Qué desafíos y oportunidades observas para el futuro de la danza urbana africana, especialmente en relación con las nuevas generaciones de bailarines?
Hay mucha gente que es purista y ve con preocupación que el afro-dance está tomando rumbos que no les gustan. Piensan que hay personas dando clases que no deberían hacerlo. Pero yo creo que todo eso forma parte del proceso.
En el momento en que algo se vuelve mainstream, se escapa de las manos y la gente empieza a crear. Y eso, en el fondo, es algo positivo, porque abre oportunidades para quienes llevan años bailando este estilo y que, hasta ahora, no habían podido vivir de ello. Ahora sí pueden.
Aun así, hoy en día hay que tener mucho cuidado y ser muy conscientes: esta cultura hay que cuidarla. Si no la respetamos, se va a deteriorar y se va a perder en nuestra alma.
Espero que Oyofe Festival siga creciendo, que más gente se acerque a estos bailes y que se dé más valor a las personas de África. Hacemos todo lo posible para que esta cultura se respete, aunque se esté viralizando y se haya vuelto mainstream.
- Como has dicho, el baile es capaz de expresar emociones y mensajes mucho más profundos que las palabras no siempre pueden comunicar. ¿Qué tipo de reflexión o conexión emocional te gustaría compartir con los amantes de la danza en el futuro?
En los tiempos de ahora siempre queremos ir más rápido, pero el aprendizaje y el respeto por esta cultura requieren tiempo. Creo que para poder dar clases se necesita mucha experiencia, y también mucho conocimiento para transmitir información de forma adecuada a la gente.
Está muy bien que quienes puedan viajar a África lo hagan para aprender, aunque también hay personas aquí que pueden enseñar. Aun así, estar allí te da otro aire, porque la cultura no son solo los pasos. A veces es simplemente cómo la gente está en la calle, cómo hablan, cómo caminan, qué comen… Todo eso aporta un sabor especial a lo que haces.
Siempre hay personas que quieren hacer gatekeeping (limitar el acceso a algo), pero también hay que entender el contexto del que vienen. En el mundo sigue existiendo el racismo y la exclusión. Por eso, cuando intentan proteger su cultura y limitar el acceso, no es que estén en tu contra, sino que es una forma de protegerse. Tal vez la forma no sea la mejor, pero muchas veces viene de un trauma.
Aun así, el baile transmite amor. La idea del baile es compartirlo, así que yo estoy encantado de ver a otras personas bailando y entregando su alma para hacerlo con respeto.